Las Damas Rosadas de  Vicente López son mujeres solidarias que tienen su sede en el Hospital Municipal Houssay. Entregan gratuitamente medicamentos y vestimenta a quienes concurren a la institución sanitaria, como pacientes ambulatorios o internados, y lo necesitan.

Las Damas Rosadas de  Vicente López también acompañan a los pacientes en lo personal. Pero además se brindan a quienes se acercan en busca de una mano protectora, sin ser pacientes. Y donan aparatología al nosocomio. El padre Leopoldo Pooli (1922-2015) creó el servicio en 1962.

Amor. Esta es la palabra clave que mueve al servicio de las Damas Rosadas de Vicente López. No hay medias tintas ni abstracción en el sentido que estas mujeres le dan a esa palabra, incluso en los tiempos que corren, cuando el  marketing  y el proselitismo, con el interés que sea, se han encargado de vaciarla de contenido.

El voluntariado nació con el nombre de Servicio de Voluntarias del Hospital Bernardo Houssay. Se visibilizan por su guardapolvo rosado. Si uno pregunta al azar por los pasillos o las salas del hospital se siente el afecto. “¿Las damitas, cómo no las voy a conocer?”. “¿Las rosaditas? Sí. Vaya atrás de la guardia infantil que allá están”.

Las mujeres de las Damas Rosadas ponen su cuerpo, y los recursos que consiguen, para ayudar al necesitado. Lo demás no cuenta, ni les importa nada. Ellas dan. En 1962 el padre Leopoldo Pooli (1922-2015), un religioso muy caritativo de Florida, convocó a las primeras, y desde allí hasta nuestros días la entrega no paró ni para.

El amor cura

En el ropero.

Desde ya que no se trata solo de una opción religiosa. La fecha clave de la fundación fue el 5 de noviembre de 1962, informa, Norma Rodeiro, actual presidenta de la institución. Ella lo señala claramente: “Para ser voluntaria hay que tener la necesidad y el placer de dar”. Y agrega: “Ser presidenta es una circunstancia. La esencia es ser voluntaria”. 

“Una -reflexiona Norma sobre el voluntariado de las Damas Rosadas- está dando, en realidad, amor. Y recibe mucho más. Porque el amor cura al que lo recibe pero también al que lo da. Las voluntarias sienten el dolor del otro. Es una vocación. No alcanza con venir porque estás aburrida o por terapia. Y no es fácil soportar el dolor”.

Para ser voluntaria solo hay que ser mayor de edad (18 años). Sin embargo, las voluntarias, en promedio, rondan los 60, 70 años. “Recibimos a todas, por supuesto. Pero en la práctica las más jóvenes aún tienen su carrera, compromisos familiares, trabajos. Y no pueden dedicarse a pleno como es necesario”, enfatiza Norma.   

Una vez se presentó un varón, para ofrecer su voluntariado. Pero fue una excepción. Ofreció leerles a pacientes, no otra acción. Este señor no encuadraba en la cantidad de servicios que prestan las Damas Rosadas. Igualmente lo ayudaron a conseguir la autorización para leer y lo hizo. Norma reveló que fue el único caso de varones.

Lily, una pionera

Norma en Banco de medicamentos

Un caso sin duda paradigmático, es el de Lily Salomón con 56 años de servicio -a cuatro de que naciera la entidad-. Tiene 101 años. Sí, más de un siglo. Vecina del centro del distrito, Lily es Ciudadana Destacada, por el municipio. Trabaja en el Banco de Medicamentos de las Damas (que además lleva su nombre, en reconocimiento).

Rodeiro reveló que, al enterarse de la distinción, este año, Lily puso el grito en el cielo. Pues no quería tener privilegio alguno. De hecho, dos años antes, había rechazado que las Damas promovieran el nombramiento. La hija de Lily se llama Victoria, tiene 77 y 20 años de servicio en las Damas igual que Norma, que tiene 74 años de edad.

Las voluntarias pasan por un periodo de prueba. Siempre se desempeñan en el ámbito del hospital en horarios determinados. “A las y los médicos les gusta que haya una voluntaria. Porque llegamos temprano. No tenemos apuro. Hacemos café para los demás. En fin, ponemos todo el amor. No tenemos otro interés”, reafirma Norma.

En esta línea explica: “Nuestro amor es hacia el enfermo. Por supuesto nos supeditamos al profesional, más a las enfermeras porque el médico les deja las indicaciones y sigue. Las asistimos y respetamos su línea. (…) Cumplimos con los protocolos. Y vamos con amor, porque el enfermo es nuestra prioridad máxima”.

Tareas

Damas Rosadas en ingreso online

Son tantas las acciones. Pacientes en general. Solo por citar: niños,  niñas o adultos golpeados. En situación de adicciones. Indigentes. “Nosotras vamos donde nos necesitan” resume Norma. Y especifica: “Tenemos una estructura. En consultorios. Ginecología. Cirugía. En Informes. Laboratorio. En todos los pisos. En la Guardia”. 

Las Damas Rosadas cumplen innumerables funciones en el hospital. En su puesto al ingreso informan sobre los consultorios. También ayudan a los pacientes ambulatorios a dar su ingreso online. Actúan como recepcionistas de pacientes y administrativas ad hoc en cualquiera de los servicios. Entregan medicamentos gratis con receta.

También, ayudan a enfermeras y enfermeros en la atención a los pacientes en salas. Visitan a enfermos solitarios. Contienen a familiares y a las personas internadas. Rodeiro enumera una lista interminable. La charla es en una oficina, donde entran y salen sus compañeras, la consultan, ella hace acotaciones… Nunca para la actividad.

Pero hay un apoyo que no deja de ser imprescindible. Es la entrega de aparatos a los servicios del hospital, que por vía burocrática tardarían años en llegar o ni se contemplarían (una cafetera eléctrica, un aire acondicionado). Pero también aparatología compleja y costosa que las Damas Rosadas compran lisa y llanamente.

Así, solo por citar al azar, entregaron un simulador quirúrgico, para capacitación de los profesionales de cirugía. Y una lámpara quirúrgica para cirugía plástica. Termómetros digitales. Turbos para diferentes servicios. Equipos para traumatología y Ortopedia. Muchos de estos equipos son muy costosos y difíciles de conseguir.

El delantal rosa

Durante la pandemia -cuando varias de las voluntarias no dejaron de trabajar en el Hospital- adquirieron $4.800.000 en medicinas para el Banco de Medicamentos. Se los compraron a un laboratorio local (FABRA SA) que solamente les cobró la mitad del importe. En total, con otras compras, entonces, aportaron $ 3.400.000 en esa época.

Rodeiro reveló que suelen recibir sobres anónimos con efectivo en donación. Pero en materia de recursos, la Feria, al costado de la Guardia Pediátrica, es lo que más resultados les da. Han llegado a recibir mobiliario de empresas, natatorios, artesanías en alpaca; amen de la ropa en muy buen estado que venden a bajo precio.

Quienes necesitan medicamentos van con su receta de 8 a 12, al Banco.  La Feria tiene 7 percheros con ropa, varias mesas. Hay un sector donde están las sillas de ruedas que prestan a quienes necesitan. Proveen vestimenta, desayuno y medicamentos o lo que sea (bolsas de colostomía, otros), a indigentes.

Las Damas, asimismo, entregan ropa y medicamentos a los que necesitan fuera del hospital y en el interior del país. A los incendiados. Para muchas de sus acciones se alían con entidades como los clubes rotarios. El de La Lucila, el de Florida, por citar. O se enteran de las necesidades ellas mismas o por terceros, y aportan.

En la actualidad el plantel de voluntarias va de 90 a 120. “Una -señala Rodeiro con firmeza- siente la vocación de la voluntaria. Es raro que fallemos. Se siente el placer de ayudar. Nosotras amamos el delantal rosa. Venimos para dar. Y el reconocimiento para nosotras es la mano, la sonrisa y el gracias del enfermo y el necesitado”.