El caso forma parte de la mega causa Campo de Mayo. Pasaron 45 años, desde que el 23 de octubre de 1976 cuatro de los quince alumnos fueron secuestrados de sus domicilios; ese año otro, vecino de Carapachay, había sido secuestrado en abril y apareció asesinado días después; una alumna, embarazada, fue secuestrada también en octubre, y otra en julio de 1977 en el sur del país, pues sus padres trataron de protegerla y se mudaron de la zona.
Gerardo Szerzon, Liliana Caimi, Eduardo Muñiz, María Zimmermann, Leonora Zimmermann, Pablo Fernández Meijide, Leticia Veraldi. Patricia Parreira, Eduardo De Gregori, Gloria Kehoe Wilson, Martín Beláustegui, José Francisco Flores, Valeria Dixon, Gladys Caudet, Gabriela Pettachiolla Conti.
Estos quince nombres son de ex alumnos del Tradicional Nacional de Vicente López –actualmente Media 6- que se levanta en Julián Álvarez 1438. Durante la última dictadura cívico-militar fueron secuestrados, perseguidos, asesinados. Esto ocurrió hace 45 años y la memoria comunitaria persiste en recordarlos.
Varios de sus compañeros de entonces; docentes jubilados y en funciones, familiares, este sábado volvieron a recordarlos. Oscar Edelstein, profesor de historia; y la ex alumna Adriana Taboada, además referente de la Comisión Memoria Verdad y justicia Zona Norte, los reunieron en el patio de la escuela en forma presencial y por Zoom.
En la actualidad la desaparición de aquellos jóvenes, los más chicos de 16 años y los mayores de 26, forma parte de la megacausa de derechos humanos Campo de Mayo, que juzga delitos de la dictadura –torturas, secuestros, robo de niños/as, asesinatos- desde Vicente López hasta Zarate, con centro en la guarnición militar de Campo de Mayo (San Miguel).
El poeta Rodrigo Peyron leyó un poema. |
Transmisión de la memoria
En 2020, la pandemia hizo que el encuentro se plantee virtual. Pero la memoria persiste. Este sábado estuvieron, asimismo, la fiscal de la causa, Gabriela Sosti; el abogado que representa a los querellantes, Pablo Llonto; la inspectora distrital, Paula Gómez, y el inspector de superior, Daniel Bustos.
El encuentro no tiene otra finalidad que mantener viva la memoria. El tiempo pasa y los directivos escolares no siempre están a la altura de la circunstancia. Hubo años en los que el centro de estudiantes y el alumnado en curso eran muy activos para recordarlos, en los últimos años esa fuerza mermó; aunque jamás se extingue.
El lugar de encuentro es el patio. Allí esta vez Edelstein y Taboada recordaron los hechos, nombraron a las y los jóvenes. La fiscal Sosti explicó que el valor más importante de los juicios, luego del castigo a los culpables, radica en “dar a conocer lo que sucedió y quienes se beneficiaron con ese genocidio”.
El profesor Edelstein puso de relieve que el caso de los alumnos del ex Nacional fue anterior al de la llamada “noche de los lápices”. Y ponderó la tarea del Centro de estudiantes de los años ´80, para visibilizar el tema; que además está presente en los considerandos de la ley que instaura el 16 de setiembre, como Día de los Derechos de los Estudiantes Secundarios.
El abogado Llonto enumeró la cantidad de causas e instancias judiciales sobre la represión ilegal de la dictadura; y criticó durante a las corporaciones mediáticas –“prensa canalla” la llamó con precisión- al recordar que el jueves último falleció Thelma Jara de Cabezas (94), secuestrada sobreviviente de la ex Esma, aunque sin relación con alumnos del Nacional.
En 1979 sus secuestradores de la Ex ESMA, retiraron a Thelma de las mazmorras de la dictadura, y la obligaron a darle una nota falsa a la Revista Para ti (editorial Atlántida) que se tituló: “Habla la madre de un subversivo muerto”. Para borrar los signos de la tortura y el encierro le hicieron teñir el pelo y le dieron vestuario nuevo. Le sacaron fotos y un editor cómplice inventó la nota.
Colegio con historia
Para Llonto, el caso de los alumnos del Nacional, que no fue publicado por las grandes empresas de medios, tiene una arista similar; pues se baraja en el juicio de campo de mayo, que las listas para hacer desaparecer a los y las jóvenes del nacional, las dieron directivos escolares de entonces, sobre los que se mantiene una protección cómplice.
Taboada, en esta línea, hizo notar que a diferencia de otros años, de un tiempo a esta parte las y los alumnos del establecimiento dejaron de participar como si lo hacían años atrás. Y responsabilizó por esto a distintas autoridades del establecimiento, refractarios a que los nuevos y jóvenes alumnos conozcan lo que pasó en ese establecimiento.
“El colegio Nacional y Comercial tiene una historia –explicó Taboada, psicóloga de profesión además- Es una historia de jóvenes y adolescencias inquietas. Vivíamos en una época donde era importante hablar del altruismo, amor al prójimo, solidaridad. Y cada uno fue tomando distintos caminos, pero que tenían que ver con eso; poner en práctica vínculos colaborativos”.
Para la referente de derechos humanos “y con esa manera de sentir y
accionar con el otro, nos pasó lo que nos pasó en el país (…) Y hay información de que la lista de esos
compañeros salió de esta propia escuela (…) Por eso creo que pasa el tiempo y
se trata de instalar el silenció, lo que no puede ser dicho, y es velado desde
la propia institución”.
0 Comentarios