El Centro de Cuidado Infantil Loyola está en el barrio homónimo, de San Martín, en el límite con Vicente López. Concurren niños de la vecindad y de barrios cercanos. Es municipal y utiliza la pedagogía Montesori que otorga autonomía e iniciativa a los niños y niñas. Además articula con el programa municipal Crecer Bien, que acompaña a los padres y a las familias de los niños para que la educación infantil no sea un elemento aislado, y sea toda la familia la que mejore.

A primera vista el espacio Loyola pertenece a un mundo infantil. Los muebles, las instalaciones, los elementos lúdicos que se ven en varias de las salas. Cualquier adulto tiene todo, como alto, a la altura de los muslos. Funciona en el barrio homónimo, de San Martín, en el límite con Vicente López, en la esquina de La Nueva y 4 de Febrero.

Formalmente se llama, Centro de Cuidado Infantil (CCI). Y en la actualidad concurren alrededor de 220 niños y niñas de la vecindad, pero también de los barrios La California -cuyo nombre recuerda a la fábrica de vidrio que sucumbió a las políticas neoliberales de los ´90-; Villa Maipú, Villa Concepción, también Villa Zagala; y hasta de La Rana.

Sandra Cribari

 En la pandemia el municipio aprovechó para renovarlo, y en ese contexto pasó inadvertida la inauguración de las instalaciones. Las obras se realizaron dentro del Plan Nacional de Primera Infancia. Incluyeron ocho salas infantiles, un salón SUM, dos salones comedor, baños, cocina, oficina, juegos infantiles y un espacio para huerta.

Hay un propósito

Este mes, el municipio organizó allí un desayuno de prensa por el Día del Periodista, de este año, a principios junio. Verdaderamente sorprendió el lugar. Primero por el contraste con un barrio obrero donde lo que sobresale es la falta de lo que se piense. Y luego por lo completo, y lo impecable que el centro se mantiene hasta el último detalle de pintura y limpieza.

Prensa Libre volvió días después para recorrerlo. Una vez más pudo ver los percheros a no más de 70, 75 cm del suelo. Las mesadas con pileta y canillas, las mesas de los dos comedores, los escritorios en las salas, los artefactos sanitarios en los baños, igualmente a esa altura, acorde con los niños de hasta los 5 años que concurren regularmente.

Hace más de una década funcionaba en ese predio una lavandería industrial para el hospital provincial Gral. Belgrano. Luego se convirtió en un hogar infantil. Y finalmente hace cinco años el municipio decidió adoptar para el lugar el sistema educativo Montesori. Y ambientó el lugar físico también con ese propósito, con el asesoramiento de especialistas.

“Hay un propósito de cuidar a los chicos y ocuparnos de su desarrollo”, dice la directora de la institución municipal, Sandra Cribari, vecina de Villa Maipú y licenciada en Trabajo Social. Antes de dirigir el centro, Cribari trabajó en la Casa Refugio de la Mujer, que el municipio tiene para víctimas de violencia de género. Ella ofició de anfitriona en la recorrida.

Montesori

La directora explicó que es muy importante la articulación del CCI con el programa Crecer Bien, que acompaña a las familias en la educación de sus hijos. Pues no tendría sentido la educación de avanzada del sistema Montesori, que desarrolla capacidades de independencia, autodisciplina e iniciativa en el niño, si en la casa vive otra realidad.

Asimismo, Cribari informó que en el predio también funciona un jardín de infantes municipal; programas municipales, como Conectar de nuevo, de apoyo escolar; el Crecer Bien -con las herramientas de crianza para adultos-. Hay cursos de formación laboral; taller de orquestas infantiles y escuela para adultos/as. Y resume: “La idea es trabajar con la comunidad”.

El CCI tiene 8 salas –para niños/as de 6 a 14 meses y de 14 a 36 meses- con 20 cuidadoras capacitadas, tres personas de limpieza y una de mantenimiento. También trabajan allí un administrativo, una coordinadora y una directora (Cribari). Las y los niños pueden concurrir de 8 a 16.  Por otra parte, la orquesta Infantil (40 niños y niñas) funciona los sábados de 9 a 13. 

El Jardín tiene salas de 3 años, de 3 y 4 años; de 4 años, de 4 y 5 años y de 5 años; con seis maestras jardineras, una directora y dos personas para limpieza. Jardín y CCI comparten tres preceptoras y una articuladora pedagógica. Las y los alumnos concurren de 8 a 12 con las maestras. Almuerzan allí, Y de 12 a 16 realizan actividades complementarias con cuidadoras.

Acompañar el desarrollo

Cribarí explicó que el Centro de Cuidado infantil responde a “un sistema de cuidado con propósito, vocación, intención. Con amor y alegría, sobre todo, de acompañar el desarrollo de las infancias, de estimulación. Que también apunta a contener a la familia. Para que no sea un lugar donde el chico viene de 8 a 16 y la vida de la familia no se transforma”.

La directora, en esta línea, indicó que se busca “intervenir, propiciar, abrir las puestas del CCI, con actividades que les permitan a la familia transitar la etapa del niño. Pero también buscar que pueda mejorar su calidad de vida. Entiéndase esto con los cursos con salida laboral, primaria de adultos. Y que mejore así la calidad de vida de la familia”.  

En el Loyola hay cursos de Pastelería, los martes de 14 a 17. También cursos de Cocina Latinoamericana, los viernes de 14 a 17. Primaria de adultos, lunes y miércoles de 17 a 20,30. Además hay apoyo escolar a niños de primaria y secundaria, del programa Conectar de Nuevo. Cribari recuerda que este programa bajó la repitencia para el ciclo lectivo actual.

La directora recuerda, asimismo, que en pandemia trabajaron con videos desde el celular (WhatsApp) “para no perder el vínculo”. Y entregaban cajas con productos de limpieza, alimentación y otros, una vez por semana. El proyecto del Loyola “no es aislado”, explica, “forma parte del Proyecto Unificado de Centros de Cuidado Infantil (PIUCI), del municipio”.

Propiciar el encuentro

Y destaca que “la materialidad de los centros” cambia la forma de pensar incluso de las y los operadores. Para Cribari el desafío es mantenerse cercanos con la comunidad, “propiciar el encuentro con el otro” y “que el chico tenga las mismas herramientas que cualquier otro chico que puede concurrir a una escuela Montesori. La igualdad de oportunidades”.

“Esta metodología de los centros -señala entonces la directora- con los encuentros con la familia para algún proyecto transversal, como el 25 de mayo, que hablamos con todas para ir al desfile, por ejemplo, hace que la gente se conozca. Porque por ahí es tu vecino y nunca lo viste. Entonces, mañana tenés un problema, lo podés compartir y somos parte todos”.  

“Eso es lo que propicia la idea de los centros -explica- la política que los sustenta. Todos somos parte de una comunidad organizada, participativa. Donde nos encontramos y todos somos parte de una comunidad más enriquecida. Y trabajar con la comunidad para que el Estado esté presente, esté cerca y esté cuando lo necesitas”.