Pionero del teatro popular contemporáneo en la región, multipremiado por tu experiencia actoral, director, autor teatral, Ciudadano Ilustre de San Fernando, Juan Merello (1936) es sinónimo de teatro. En 2009 recibió el Premio Podestá, máximo galardón de sus propios colegas de todo el país. Y hace un año obtuvo el premio “Mejor interpretación” por el unipersonal “La estrategia del pájaro”, en la Fiesta Regional del Teatro Independiente 2024. Porque a los 89 años Merello sigue actuando como si tal cosa. En esta entrevista lo cuenta.
-La pregunta clásica Juan ¿Cómo llegó al teatro? De hecho, usted jugaba al fútbol también
-El tema no es tan difícil. Yo estuve dentro de una familia que amaba el teatro. No eran actores. Pero a mi madre le gustaba recitar. Ella cantaba canciones nuestras y también sardas, por su ascendencia. Y en la escuela primaria, te imaginas, decía la maestra ¿Quién quiere hacer de San Martín? O de Belgrano. Y estaba yo, presente. Me veían a ver (piensa) la familia. Y eso continuó hasta el Colegio Normal Mixto 17 de octubre (actual Artigas de San Fernando). Y un celador, que daba alguna materia también, nos preguntó una vez ¿Quieren hacer teatro? Imagínate (risas). La primera que hicimos fue Getatore, de Gregorio de Laferrere. Y el fútbol si, yo jugué en Tigre. Mi papá Alberto también había jugado. Pero el teatro me ganaba.
-Todo
empezó en el barrio entonces…
-Si, éramos todos amigos. Pero después, bueno, vino una etapa en que dijimos ¿Vamos a seguir haciendo teatro? Y si, sí. Empezamos a leer y tomábamos a Dragún, pero también a Chejov, a Pirandello. Y las hacíamos en el club (Club San Fernado Junior, en la zona de su barrio, Ituzaingó y Besares). Una de las primeras que hicimos fue, Lo que no muere, que era de un tío mío, Héctor Adolfo Cordero (reconocido autor e historiador sanfernandino). Trabajan Griselda (la esposa de Merello), Horacio Merlo, Carlos Suárez, otros. Hicimos también, Historia de mi esquina y Los de la Mesa Diez, de Osvaldo Dragún. En la Biblioteca Madero nos encontramos con, Alberto Gilardoni (otro reconocido historiador sanfernandino), Horacio Segado, los Tellería, los Tanoni, que pintaban. Yo nací y crecí en el amor, el arte. Nuestro teatro se llamaba Teatro Independiente Verminio Servetto, por el poeta sanfernandino.
-¿Y
por qué el teatro popular, independiente?
-Lo que más recuerdo es que una vez vinieron Rodolfo Relman y Miguel Ángel Martínez. Eran entonces dos jóvenes actores de capital que nos dirigieron en unas obras. Una, creo que fue, la Farsa del cajero que fue hasta la esquina, de Aurelio Ferreti. Y entonces nos aconsejaron; y algunos de nosotros fuimos al centro y nos relacionamos con Juan Carlos Gené, un maestro de maestros. Me conectó después con Roberto Durán. Con Carlos Carella trabajamos mucho tiempo. En la capital hicimos obras con Jorge López Vidal. Hicimos Criaturas Marcha y Palabras, una trilogía de Alberto Adellach .
-¿Qué
es para usted el teatro independiente?
-No sé si te puedo explicar muy bien en palabras. Pero, Augusto Boal (reconocido dramaturgo brasileño), decía que teatro se puede hacer en el teatro; y también lo pueden hacer actores (risas). Eso quiere decir que teatro podemos hacer todos. Nosotros lo hacíamos. Leíamos todo lo que nos venía a la mano. Ese era nuestro mundo. Una anécdota lo explica. Una vez íbamos al sur, al Lago Puelo (Chubut). Llegábamos tarde, una hora tal vez, para comenzar la función. Yo entonces me acerqué a una nenita y le pregunté ¿Hace mucho que esperas? Y me dijo: “Uuuy si, si, hace como quince días que decían que iba a venir un teatro”.
-¿En qué géneros se siente más cómodo, o le gusta más actuar?
-A mí me gusta todo. Hacíamos, Un destino para el Sargento Cruz, que era un drama, sobre Cruz que se encuentra con Martín Fierro. La obra era de Humberto C. Riva. Yo hacía de Fierro. La hicimos en la Sociedad Italiana (sala en la calle Constitución al 300, en San Fernando, donde funcionó El Teatro Martín Fierro, fundado por Merello).
-¿En
su experiencia que encuentra de distinto al subir al escenario actualmente?
-Bueno, un poco más de experiencia. Un poquito más de conocer lo que nos moviliza a nosotros como actores, más profundamente. Ahora estoy trabajando un monólogo de Juan Dall´Occhio; me dirige Agustín Kazah Aparecen las imágenes del delta, ubicados en un trabajador isleño. Para mí es algo, no se puede describir. Con Agustín nos llevamos muy, muy bien.. Y al aparecer ahí, lo primero que me aparece también, es que fui pájaro, de esas aves importantes que sobrevuelan el delta. Que todos admiran, pero nadie entiende. “En cada muerte, y en cada nacimiento (recita aquí Merello) aprendí a observar los ríos y arroyos. Soy hornero y me interné en el barro”.
-¿Y
si hablamos de proyectos?
-Ahora estamos haciendo con un grupo unas obras del rosarino Roberto Fontanarrosa, Sueño de barrio. Y editamos con Gabriel Penner, que es dramaturgo también, Levántate y Anda, con el guión de esa obra; y Compañeros de la Tierra, donde están las obras, Lucecita de las Islas, y de Malaventura. Los tres son guiones que escribimos y actuamos con Ada Parra (1945-2023 directora y actriz colega de Merello). Verónica Heguy (actriz, y directora de programación cultural en San Fernando), alumna nuestra también, hizo el prólogo de Lucecita. Y mi hija Marina, el de Malaventura. Penner es un compañero con e que entablamos una amistad.
-Usted
como ese hornero isleño, Juan, ha construido su propio lugar en el teatro, y es
sólido.
-Me saltan tantas cosas, y de muchas me voy a olvidar. No todas vamos a poder conversar. En la obra de Florencio Sánchez, Barranca Abajo, Don Zoilo queda solo. Y él toma la decisión de ahorcarse. Entonces tira el lazo sobre el rancho, y justo donde él tira el lazo, hay un nido de hornero. Entonces tira y tira y no se desengancha y dice: “Dios, se deshace más rápidamente el nido de un hombre, que el de un pájaro”. Y todas estas cosas a nosotros los actores, nos van quedando. Me encanta trabajar en el Otamendi (un flamante teatro municipal de San Fernando de 500 localidades) al que hemos ido, es hermoso. Pero no me puedo olvidar de las pequeñas cosas, del teatro en la calle, en la plaza, del teatro en los lugares donde nadie llega.
Gustavo Camps
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